La Batalla de Lade (494 a.C.)

Esta fue la batalla naval no sólo sentenció el destino de la ciudad de Mileto y sus habitantes al final de la Revuelta Jónica (499-493 a.C.), sino que también supuso el final de facto de dicha rebelión, pues tras esta los focos de resistencia que quedaron ante el ejército persa fueron menores.

EL CONTEXTO

Durante la Revuelta Jónica las ciudades de Jonia se sublevaron contra el dominio persa bajo la dirección de Aristágoras, y la Liga Jónica posteriormente. Comenzaron cosechando unos éxitos iniciales que avivaron la rebelión también en Caria, el Helesponto y Chipre, pero una vez que los persas superaron su sorpresa primera, emplearon todos sus esfuerzos en ahogar la rebelión.

Desde sus bases de Cilicia, Fenicia y las provincias occidentales, los persas mandaron sus ejércitos contra los diferentes territorios sublevados, resultando vencedores en todos los encuentros importantes. A excepción de la batalla de Pédasa (496 a.C.), donde los carios demostraron que, a pesar de haber sido derrotados previamente a las orillas del Marsias y en Labraunda, todavía podían presentar resistencia; de tal guisa que aniquilaron al ejército persa.

Repuestos de la derrota sufrida ante los carios y con la llegada de refuerzos de Egipto, Fenicia y Cilicia, los persas concentraron sus efectivos en Jonia. Allí Artafernes, el comandante de la fuerza persa, se le había encomendado el aplastar la sublevación en Jonia y Eolia, había conseguido la capitulación de varias ciudades, pero su objetivo principal era Mileto. La ciudad era la cabeza de la rebelión, por lo que para tomarla aglutinó los refuerzos y sus propias fuerzas junto a los otros dos ejércitos que habían llevado a cabo la misma función en las otras regiones.

Figura 1: Colmatación del Delta del Meandro desde el 1.500 a.C.

¡A LAS NAVES!

Lo que quedaba de la Liga Jonia reunida en el Panionio determinó que era imposible hacer frente a los persas por tierra, pero que era preciso acabar con su flota, de tal forma que los jonios mantuvieran su fuerza naval, la cual aseguraba su posición y seguridad frente al poder persa.

Los persas terminaron combinando una gran fuerza para la toma de Mileto, la cual contaba con suficientes defensas y un puerto. Este último elemento era el que había que inutilizar, pues así los sitiados podrían obtener suministros que alargaran el asedio o huir en caso de necesidad. Por ello, mientras su ejército ponía bajo asedio a la ciudad por tierra, en la mar la enorme flota persa compuesta de barcos egipcios, fenicios y cilicios buscó trabar combate con la menor flota jonia. Esto tuvo respuesta y en las cercanías de la isla de Lade ambas flotas se enfrentaron, situándose los jonios de espaldas al mismo, pues ahí se habían acantonado.

TRAICIÓN, COBARDÍA Y ANIQUILACIÓN

Para comprender qué sucedió durante la batalla, hay que retrotraerse a unos días antes: ambas flotas estaban presentes y más o menos ambos bandos sabían de las dimensiones de las fuerzas contrarias. La razón de este impasse pudiera deberse a que los persas estarían esperando la llegada de la flota que se había desdoblado del grueso para tomar Lindos, en Rodas, por su apoyo a los jonios.

Entretanto, los generales persas se valieron de los tiranos de las ciudades todavía en rebeldía para que estos les hicieran llegar la oportunidad que les brindaban de retirarse sin sufrir posteriores represalias y aquellas que tomarían contra las poblaciones que se mantuvieran firmes. Y aunque al principio todos los jonios se mantuvieron firmes ante esa oferta, con el paso de los días, el cansancio ante duras jornadas de entrenamiento impuestas por el navarco principal y la aparición de disensiones, finalmente, este mensaje caló entre los samios.

El día en el que los persas ya se decidieron por lanzarse al combate (puede que porque llegó la flota desde Rodas), ambas flotas se dispusieron para la refriega.

Figura 2: Batalla naval realizada por Sergio Romano Rizzato.

El ala oriental la ocupaban los propios milesios, que aportaban ochenta naves; a su lado figuraban los de Priene, con doce naves, y los de Miunte con tres naves; al lado de estos últimos figuraban los de Teos con diecisiete naves; al lado de los de Teos figuraban los quiotas con cien naves; junto a estos últimos se alineaban eritreos y foceos, aquellos con una aportación de ocho naves, y estos con tres; al lado de los foceos figuraban los lesbios con setenta naves; finalmente, el ala occidental la ocupaban los samios, que se alineaban con sesenta naves. (Hdt. 6.8.2-1)

El sentimiento que había calado entre los samios hizo que la mayor parte de sus naves se retiraran del combate una vez se encontraban ambas flotas enfrentadas. Ante esta situación, los lesbios los imitaron y huyeron antes de comenzar el combate. En ese momento los navíos persas comenzaron a avanzar contra la decrecida flota jonia, que seguía menguando ante el ejemplo seguido por los lesbios. El resultado fue que sólo se mantuvieron y cargaron contra la flota persa los milesios, quiotas, once de las naves samias, prienetares y miuntios.

Fue entonces cuando ambas armadas comenzaron el enfrentamiento real y ambas flotas llevaron a cabo las respectivas maniobras bélicas navales para lograr inutilizar los remos de los barcos enemigos para luego abordarlos. En ese contexto los rebeldes debieron presentar una gran tenacidad, pues sabían que se enfrentaban a la derrota, pero también a los más duros castigos, entre otros, la esclavitud, algo peor que la muerte.

De entre todos los jonios, los quiotas destacaron verdaderamente, hundiendo y conquistando muchos barcos, algo que imitaron el resto de barcos. Los persas, por su parte, intentaron realizar un cerco a la flota jonia, aunque finalmente se acabaron trabando en un verdadero caos. Con el paso del tiempo la victoria se puso del lado de los persas, que inutilizaron, capturaron o hundieron a la mayor parte de la flota. Aquellos barcos que todavía que quedaban a flote por parte de los jonios y podían navegar acabaron por huir: los quiotas restantes se refugiaron en la isla de Mícala, desde donde partieron a Éfeso con el objetivo de alcanzar por tierra Quíos; el navarco foceo Dionisio al ver que la derrota era clara huyó para dedicarse a la piratería contra toda nave que no fuera helena en la región de Sicilia.

Figura 3: El desarrollo de la batalla de Lade.

CONSECUENCIAS

Por empezar con los primeros desgraciados, los quiotas acabaron muriendo a mano de los efesios cuando desembarcaron por la noche y estos los tomaron por bandidos. Por otra parte, los milesios vieron con desesperación que el cerco terrestre persa se extendía también por mar al saber que su flota había sido aniquilada. Así se mantuvieron hasta que los ingenios de poliorcética persas permitieron a estos tomar por asalto.

La mayor parte de los hombres fueron masacrados y los que no, esclavizados junto a las mujeres y niños esclavizados. Todos los reducidos a la esclavitud fueron dirigidos a Susa, desde donde Darío I El Grande los mandó asentar en la ciudad de Ampe, a orillas del Mar Eritreo. La ciudad se mantuvo bajo poder persa, aunque se quemó y saqueó el templo de Apolo de Dídima. Por último, parte de las tierras de la misma se concedió a los habitantes de Pédasa, los cuales se habían rendido a los persas por propia iniciativa.

BIBLIOGRAFÍA

Fuentes

Heródoto (1981). Historia. Libros V-VI. Carlos Schrader (trad.). Editorial Gredos, Madrid.

Bibliografía general

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Bury, J.B. et alii (1964). The Cambridge Ancient History IV. The Persian Empire and the West. Cambridge University Press, Cambridge.

Cawkwell, G. (2005). The Greek Wars. The Failure of Persia. Oxford University Press, Oxford.

Cassin-Scott, J. (1977). The Greek and Persian Wars 500-323 BC. Osprey Publishing, Londres.

Church, A.J. (2010). The Story of the Persian War. Yesterdays Classics, Chapel Hill.

Green, P. (1970). The Greco-Persian Wars. University of California Press, Berkeley, Los Ángeles y Londres.

Grundy, G.B. (1901). The Great Persian War and its Preliminaries. Nabu Press, Londres.

Holland, T. (2007). Persian Fire. The First World Empire and the Battle for the West. Anchor Books, Nueva York.

Sidebottom, H.; Whitby, M. (2017). The Encyclopedia of Ancient Battles. Willey Blackwell, edición digital.

IMÁGENES

Figura 1: Colmatación del Delta del Meandro desde el 1.500 a.C. En: Geo-present.de [acceso el 12 de julio de 2020].

Figura 2: Batalla naval realizada por Sergio Romano Rizzato. En: Pinterest [acceso el 12 de julio de 2020].

Figura 3: El desarrollo de la batalla de Lade. En: autoría propia.

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